GOODYEAR OXYGENE UN NEUMÁTICO QUE ESTÁ VIVO
Los neumáticos del futuro apuestan por la ecología, pero pocas veces una marca ha dado un paso más allá como lo ha hecho GoodYear. En los últimos meses hemos visto muchos neumáticos fabricados con materiales reciclados, que no pinchan, cuya banda de rodadura se puede cambiar con facilidad o que se adaptan a las condiciones de la carretera. Pero no habíamos visto ninguno que hiciera la fotosíntesis.
Esta es la característica más llamativa del GoodYear Oxygene, punto de partida para su peculiar propuesta ecológica. La cubierta presenta una construcción no neumática impresa en 3D con polvo de neumáticos reutilizados. Como otros modelos vanguardistas, la estructura es capaz de absorber golpes y queda libre de pinchazos, por lo que prolonga la vida útil del neumático sin mermar sus prestaciones.
Lo diferente empieza en su pared lateral, donde crecen musgos vivos que tienen una función más allá de la decorativa. La estructura abierta con musgos vivos y el diseño inteligente de la banda de rodadura del neumático absorben la humedad y el agua de la superficie de la carretera, dando lugar a la fotosíntesis y, con ella, a la liberación de oxígeno a la atmósfera. Al tiempo, la absorción del agua de la carretera proporciona seguridad en forma de agarre. El neumático es capaz de neutralizar la contaminación de grandes ciudades emitiendo oxígeno.
Oxygene es capaz de generar su propia electricidad. Y es que recolecta la energía generada durante la fotosíntesis para alimentar sus propios componentes electrónicos, como los sensores integrados y una unidad de procesamiento dotada de inteligencia artificial, así como una franja de luz en el flanco del neumático que cambia de color para advertir al resto de conductores y peatones de maniobras como los cambios de carril.
Por último, el Oxygene utiliza un sistema de comunicaciones de luz visible para una conectividad móvil de alta capacidad. Esto permite que el neumático se conecte a otros elementos a través de Internet, lo que posibilita el intercambio de datos entre vehículos y de vehículo a infraestructura, algo fundamental para los sistemas de gestión de movilidad inteligente y autónoma.